
Adopte
una posición cómoda, acostado o sentado, preferiblemente en una silla donde
pueda apoyar la cabeza, ojos cerrados.
Primera serie de ejercicios:
Relajación de los músculos de las manos, antebrazos y
bíceps (realizar los ejercicios tres veces al día). Apretar el puño derecho tan
fuerte como pueda y observar la tensión del puño, mano y antebrazo. A continuación,
relájese, note la relajación en su mano y observe el contraste en la tensión.
Repetir esta secuencia una vez más con el puño derecho. Repetir igual
procedimiento, dos veces con el puño izquierdo y después hacerlo dos veces con
ambos puños a la vez. A continuación, doble el codo y tense el bíceps, después
relájelo y note la diferencia, repítalo dos veces más. Mientras se relaja puede
repetirse a sí mismo “me relajo, me siento tranquilo, calmado y descansado”.
Puede emplear otras frases similares si le acomoda mejor.
Segunda serie de ejercicios
(Segundo día): Relajación de la cabeza, cuello y hombros
(realizar tres veces al día). Repetir los ejercicios de los brazos del primer
día y continuar con los siguientes: Arrugue la frente tan fuerte como pueda,
relájese y distiéndase, frunza el ceño y observe la tensión. Suéltelo y permita
que la ceja recupere su posición normal. Con los ojos cerrados, apriete los párpados
tan fuerte como pueda, relaje los ojos hasta sentirlos suavemente cerrados.
Ahora apriete la mandíbula, relájela hasta que los labios estén ligeramente
separados. Observar diferencia entre la tensión y la relajación. Apriete lengua
contra el paladar, relájese. Frunza los labios de “O” y relájelos. Observe la
relajación de la frente, ojos, mandíbula, lengua y labios. Apriete la cabeza
por parte de la nuca tanto como pueda, sin sentir malestar, aprecie la tensión
en el cuello, hágalo girar despacio a derecha, después a la izquierda. Note el
cambio de localización de la tensión. Dirija la cabeza al frente déjela en esa
posición, presione la barbilla contra pecho. Sienta la tensión en la garganta y
la tirantez en parte posterior del cuello. Relájese y ponga la cabeza en
una posición cómoda. Encoja los hombros hacia arriba tanto
como pueda y encorve la cabeza hacia abajo
entre los hombros. Relájelos. Déjelos caer y sienta
relajación propagarse por el cuello y los hombros. Repita de nuevo toda la
secuencia.
Tercera serie de ejercicios
(Tercer día): Relajación de pecho, estómago y partes bajas
de la espalda. Repetir los ejercicios de las dos series anteriores y continuar
con los siguientes: Aspire y llene completamente los pulmones de aire.
Manténgalos llenos de aire y note la tensión. Ahora espire,
dejando su pecho suelto.
Continúe respirando lenta y suavemente varias veces,
sienta como la tensión sale fuera del cuerpo en cada espiración.
Ahora apriete el estómago y manténgalo así. Note tensión,
después relájese. Coloque la mano sobre estómago y aspire profundamente
retirando la mano. Mantenga el aire un momento, después espire. Sienta
relajación cuando el aire silba al salir. Ahora arquee espalda sin hacer un
esfuerzo excesivo. Mantener resto del cuerpo tan relajado como sea posible. Concéntrese
en la tensión de la parte baja de la espalda. Ahora relájese tan profundamente
como pueda. Repita de nuevo toda la secuencia.
Cuarta serie de ejercicios
(Cuarto día): Relajación. Muslos, nalgas, pantorrillas
pies. Repetir los ejercicios de las tres series anteriores continuar con los
siguientes: Apriete las nalgas y muslos presionando los talones hacia adentro,
tanto como pueda. Relájese y observe la diferencia. Estire la punta de los pies
para tensar las pantorrillas. Observe la tensión, a continuación, relájelos. Dirija
la punta de los pies hacia la cara poniendo la tensión en la espinilla. Note la
tensión, después relájese. Note lo pesadas y relajadas que están sus piernas.
Repita de nuevo toda la secuencia. A partir del cuarto día
aplique la siguiente serie de ejercicios para fortalecer el estado de
relajación logrado.
1. Concentrarse en la totalidad del cuerpo: brazos, cabeza,
cuello, estómago y piernas.
2. Sienta como su cuerpo se sumerge en un estado de relajación
cada vez más profundo, permita que se relaje cada vez más.
3. Respire con normalidad.
4. Imagínese que los pies le pesan, que le pesan mucho,
como si fueran de plomo.
5. Concentre su atención en las piernas, piense que cada
vez le van pesando más, que de tan flojas que están, las siente muy pesadas.
6. Imagine esta sensación de pesadez en el estómago, el
pecho y también en el cuello y en la cabeza.
7. Sus manos y brazos pesan cada vez más, se encuentran
cada vez más y más relajados.
8. Todo el cuerpo le pesa.
9. Note la sensación de relajación profunda, de calma y tranquilidad.
Concentre su atención en estas
sensaciones.
10. Continúe tal y como se encuentra ahora, relajado durante
7 u 8 minutos más.
11. Ahora respire profundo varias veces, mueva los brazos
y abra los ojos.
Acompañe cada
ejercicio con respiración tranquilizante.
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